A medida que el COVID-19 se expande por el mundo, la cantidad de personas que se quejan por tener que permanecer en sus casas durante un prolongado periodo de tiempo aumenta.
Sin embargo, en Italia por ejemplo, donde las familias llevan ya varios días confinadas, son abundantes los comentarios del tipo: “Si esto se extiende no sé qué haremos con los niños”
Lo importante de la situación es tener en cuenta que, si bien, “no estamos en vacaciones”, sí se puede disfrutar, planificar y juntar el mundo de los deberes con el lúdico, proponerle a los más chicos recortar, pegar, hacer manualidades, cantar, escuchar música, juegos diversos y por supuesto combinarlo con herramientas digitales, pero lo importante es cómo transmita los mensajes al resto del grupo familiar.
Para la psicóloga María Teresa Ferrari, la necesidad de guardarnos en casa es la oportunidad para recordar la vital importancia de permanecer en nuestros hogares todo lo que sea posible para que éste aún no tan conocido virus encuentre al menos un permiso de aduana para su circulación”.
“No es la intención fomentar el pánico sino prevenir. De lo contrario nos enfermará el egoísmo, la ignorancia y la falta de empatía. No será el virus sino la sordera y necedad quienes nos matarán”.
“Se trata de un inconmensurable desafío para parejas, padres, hermanos y para uno mismo, ya que la convivencia con uno mismo puede ser difícil también”. Es una valiosa oportunidad para desarrollar nuestra imaginación, paciencia y capacidad de volver a tiempos en los que nada era más importante que nuestro hogar.
Cocinar, comer sin prisa, largas sobremesas, desayunos que se puedan digerir ayudan a mejorar el clima familiar”, al igual que “dormir la siesta, compartir una película, escuchar, escucharnos, bailar, ordenar, leer, escribir, discutir, limpiar en el exterior y sobre todo nuestro interior”.
“Definitivamente aunque por momentos pueda sentirse como un castigo nuclear o divino la cuarentena, si la sabemos aprovechar puede ser una oportunidad de encuentro y unión familiar.
